
Deuda Pagada
Juan 20.23
A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos.
Algunas cosas que suceden en nuestras vidas pueden llegar a herirnos y dejarnos marcados para siempre. Por ejemplo:
Una relación puede romperse tan fácil en un breve intercambio de palabras, puede ser tan fácilmente quebrada en un mundo caído.
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Un padre ausente.
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Un hijo irrespetuoso.
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Un amigo convertido en enemigo.
Cuando alguien peca contra ti sientes esa punzada, ese dolor, ese conflicto interno que no te permite pensar en cualquier otra cosa. Sientes tristeza, enojo, o una combinación explosiva de las dos.
Podríamos decir que cuando alguien peca contra ti sientes la deuda del pecado. Y a todos no existe absolutamente nadie (fuera de Jesucristo) que lo cueste perdonar.
Una de las lecciones que Cristo nos enseña es que a menudo describe la consecuencia del pecado como una deuda. Mateo 6.12 ”Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores”. También lo podemos aprender en la parábola de los deudores, Él literalmente llama a los dos pecadores dos deudores (Mateo 18).
La pregunta seria ¿O acaso no has sentido cuando alguien peca contra ti que ahora te debe algo? Y tu reacción ¿Cómo es? Acaso no, los tratas mal, los desprecias, hablas mal de ellos con otras personas, e incluso esperas que ellos sufran como tú sufriste. Hay un sentimiento de deuda allí porque tú quieres que ellos paguen el precio de su pecado.
Perdonar significa cancelar la deuda al pagar o absorberla tú mismo. Alguien siempre paga la deuda. Perdonar significa que el que pecó contra ti no pagará su deuda, tú la pagarás.
Efésios 4.31 nos exhorta a quitar de nosotros “toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia”. En otras palabras, no pequen contra otros ni exijan que otros paguen el precio de su deuda cuando pecan contra ti. Más bien, “…sean amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo” (Efésios 4.32).
La marca de cada cristiano y todo lo que hace en su vida es Cristo, y esto es particularmente cierto en el caso del perdón. Colosenses 3.13: “Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes”.
El poder del evangelio es este, Dios pagó el precio de todos los pecados: los que yo cometo, y los que otros cometen contra mí. Si yo quiero aceptar el perdón de mis pecados, debo también aceptar el perdón de los pecados de otros. No perdonamos a otros porque se lo merecen, sino porque Cristo lo hizo primero cuando murió por ellos.
El discípulo no es mayor que el Maestro, Jesús es nuestro ejemplo a seguir, Padre perdónales porque no saben lo que hacen, probablemente alguien te ha lastimado con conciencia otros probablemente no, hoy toma la decisión de ser libre y liberar a otros.
Afirmación del día: Hoy soy libre de todo sentimiento negativo que produce la falta de perdón, y desato cualquiera queme ha dañado, y tomo la decisión de vivir en libertad.