
Flechas Rotas
Salmos 127.4
"Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero."
Una de mis historias favoritas que recuerdo que mi padre me contaba era sobre unos elefantes, él nos decía que en una aldea en las profundidades del bosque, había una tribu, que criaba elefantes, con el paso del tiempo la manada comenzó a crecer tanto que los aldeanos decidieron matar a los elefantes más viejos y dejar a los más jóvenes.
Así pasaron los años, de repente empezaron aparecer algunos elefantes muertos, algunos con la cabeza aplastada, y de muchas otras formas, entonces los aldeanos se reunieron para investigar el caso de los elefantes muertos, uno de los ancianos de la tribu, con sabiduría profunda les dijo, hace algunos años atrás tomamos la decisión de desaparecer a los elefantes viejos y dejar a los puros jóvenes, la causa de la muerte es que no hay quien lidere, dirija a esta generación nueva de elefantes, por lo tanto les aconsejo que busquemos a un elefante viejo y lo pongamos en la manada.
Esa respuesta fue la solución al problema de tanta muerte entre los elefantes jóvenes, un Elefante viejo. Mi padre terminaba la historia diciendo…
"el que no escucha el consejo de los ancianos, no llegará a ser viejo."
Necesitamos urgentemente re-direccionar a esta generación, vemos tantos jóvenes destruyéndose por medio de la droga, el alcoholismo, siendo reclutados por grupos delictivos, pero, ¿Dónde están los padres? ¿Por qué dejamos el control, el mando a los jóvenes de su propia vida? hemos formado familias disfuncionales, padres permisivos, débiles en carácter, temerosos de disciplinar a sus hijos, por miedo de que se vayan de casa, pero lo que hemos cosechado de todo esto, es esta generación de elefantes jóvenes que se están destruyendo entre ellos mismos.
Desde el inicio de nuestra historia humana, Dios vio que debíamos estar acompañados, por eso dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo y la palabra “bueno” en el original significa placentero, excelente, próspero, adecuado, inteligente, fuerte. Es decir que no es placentero, excelente, conveniente, próspero, adecuado, fuerte y mentalmente inteligente que estemos solos. Por eso Dios nos dio la capacidad de que fuéramos: <<fructíferos>> Génesis 1.28. Con esta capacidad también nos entregó la responsabilidad que, de esa unión fuesen creados hijos que vivan para Él.
Dios nos da el privilegio de ser padres, pero también la responsabilidad de guiarlos por el buen camino, Proverbios 22.6 dice: Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán.
¿Cómo le podemos hacer?
1. No les des grandes consejos, sino dales ejemplo. Nuestro actuar tiene que gritar más fuerte que nuestro decir.
2. Aplicarles disciplina, en el amor del Señor. No golpees, sino instrúyelos en amor.
3. Ser consistentes todo el tiempo, que tu “sí” sea sí, y que tu “no” sea no.
4. Aprende a ser el mejor amigo de tus hijos, en todo tiempo y toda la vida.
5. Procura que tus hijos tengan la mejor familia, para que siempre cuenten contigo.
"Dios como poderoso gigante lanzo una flecha a esta tierra y lo puso en tu aljaba, ahora es tu responsabilidad como padre que ese hijo mientras viva en tu hogar sea dirigido para que de en el blanco, que logre el propósito que Dios diseño para su vida."
El amor no es ser permisivo, cubrir el pecado y la rebeldía de los hijos, el amor no es castigador, sino que el amor disciplina, corrige, enseña. Por eso como padres debemos ser sabios más que necios en la educación de nuestros hijos.
No permitas que tus hijos como flechas sean quebradas por satanás. Cada generación en la historia ha sido un poco diferente a la anterior. Pero tú y yo estamos viviendo en una generación que es radicalmente diferente, que es totalmente única. Si quieres saber cuánto valen tus hijos, te voy a dar la fórmula para calcularlo: suma todo lo que tienes que el dinero no puede comprar, y agrégale todo lo que la muerte no se puede llevar. El resultado es el verdadero valor que le tienes a tus hijos.
Afirmación del día: Hoy me levanto en el poder del Espíritu Santo para pelear por mis hijos, y los pongo en las manos de Dios como Saetas, sabiendo que cumplirán su propósito profético en esta tierra.
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